Cuca Gamarra no quería dejar de ser portavoz del PP en el Congreso, pero el líder popular, Alberto Núñez Feijóo, tampoco quería que se quedara en ese puesto político y mediático privilegiado. No se lo ponen fácil. Gamarra no tiene una organización territorial poderosa ni cuenta con el apoyo de la mayoría de los barones, que hace tiempo concluyeron que las dos responsabilidades que ha asumido durante el último año y medio «le quedan grandes». Gamarra era hasta ahora portavoz parlamentario y secretario general del PP y por tanto, en teoría, el número dos del partido. Nadie en el PP reconoce que Gamarra haya ejercido o recibido el poder para ejercer como secretaria general regia desde que Feijóo la nombró, para no complicarse la vida, al congreso. expresar durante el cual asumió la presidencia nacional para arreglar el relevo de Pablo Casado. El PP llega a una conclusión: el problema no es Gamarra, sino el confuso reparto de responsabilidades en la cúpula del equipo de Feijóo, como expresa el propio número tres, Elías Bendodo. Expresó este malestar a muchos compañeros -y en particular a su exjefe y mentor en Andalucía, Juan Manuel Moreno-, hasta el punto de considerar un error haber abandonado este territorio para dedicarse a la política nacional, como anticipó EL PAÍS este viernes. . Esta mañana, el propio Feijóo confirmó a Gamarra como “secretario general a tiempo completo y no a tiempo parcial”, lo que supone el traspaso del control del partido y, al mismo tiempo, su cese como portavoz en el Congreso.
La carrera de Cuca Gamarra sigue una trayectoria paralela a la de la mayoría de los diez miembros del comité directivo del PP que ahora rodean a Feijóo en los bajos de Génova 13. Había fijado un criterio para elegir a los candidatos ganadores con los que debía apoyarse : que tengan una carrera fuera y antes de la política, para poder volver a ella en su momento; y han demostrado su valor en un sector profesional de prestigio, tanto en el ámbito privado como en instancias de élite de la Administración. En la actual dirección del PP, sólo Juan Bravo, inspector de Hacienda, y Carmen Navarro, abogada de la Comunidad de Madrid, han ocupado cargos relevantes antes de acceder a las funciones políticas de subsecretarios generales del PP. Y esta diferenciación, además, no funcionó realmente a su favor para ser aceptados por el aparato del partido. Los demás, casi todos, proceden de la incubadora de Nouvelles Générations, desde hace décadas, o son periodistas contratados por Feijóo durante su largo viaje a Galicia.
Gamarra se inició en La Rioja siendo juvenil en el NN GG del PP por motivos familiares. Con 29 años fue teniente de alcalde de Logroño, donde fue ascendiendo de rango hasta convertirse, en 2011, en la primera alcaldesa de esa ciudad; y en 2018, cuando Pablo Casado ganó estas sorprendentes y singulares primarias del PP, fue nombrada vicesecretaria nacional de Políticas Sociales. Para este PP, Gamarra era una “feminista socialdemócrata, sorayista, partidaria del aborto y otros avances sociales”, según fuentes de este equipo. Pero Casado tenía un plan para ella. “Pablo quería convertir y transformar a Gamarra en algo así como Ana Pastor de Mariano Rajoy, una política transversal, que podía valer para cualquier ministerio o tarea y que cubría bien la cuota de mujer progresista en un equipo que quería tener un poco de todo. , pero estaba un poco inclinado hacia la derecha”, argumenta uno de los integrantes de esta dirección. No fue estridente ni polémico, pero en los debates internos relacionados con el progreso de las mujeres significó algo.
A mediados de agosto de 2020, cuando Casado destituyó a Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz en el Congreso, del sector más duro del PP, por no haber compartido, tras una entrevista con EL PAÍS, ni su estilo ni la oportunidad de sus luchas culturales, Gamarra los presenta como la mejor solución de emergencia. Es mujer y están seguros que cumplirá bien sus mandatos. Y esto es lo que ocurrió, cada vez con su particular perfil político más vago, a un ritmo que le pasó factura y se agravó bajo el liderazgo de Feijóo. Lo heredó y no se atrevió a cambiarlo para no abrir más brechas con los sectores del PP que fueron a buscarle a Galicia para tapar el agujero negro abierto por Casado en su crisis con Ayuso.
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para asegurarte de no perderte nada, suscríbete.
Suscribir
Gamarra pasó de felicitar entusiastamente a Casado, este 18 de febrero de 2022, a traicionarle, como casi todos los miembros de este equipo en la dirección del partido y la mayoría de barones territoriales. La expresidenta del PP acudió hoy a primera hora a la Cope para denunciar, como un grave acto de corrupción, que el hermano de Ayuso se hubiera beneficiado de una comisión de 280.000 euros por haber colocado mascarillas en los más fuertes de la pandemia para la Comunidad de Madrid que su hermana presidido. Y en el chat de la dirigencia popular, apenas salió de la emisora, comenzaron a tronar mensajes de felicitación. La de Gamarra fue la primera: “Excelente entrevista. Con claridad, seriedad y verdad.
Ayuso, sin embargo, no se dejó amedrentar, luchó y Casado empezó a dar marcha atrás esa misma tarde, cuando intentó sin éxito llegar a un acuerdo con la líder madrileña. Al día siguiente, estalló imparable una guerra abierta dentro del PP, y en cuestión de horas Gamarra pasó de participar en reuniones secretas con la unidad de crisis de Casado a traicionarlo. Durante uno de estos encuentros desesperados, Gamarra derramó lágrimas delante de Casado y su equipo. Fue el momento más difícil que había vivido en política. Pero un mes y medio después, en el Congreso de Sevilla que incorporó a Feijóo, apareció aparentemente fortalecida como secretaria general y reafirmada como portavoz en el Congreso. Una aglomeración de cargos sin precedentes, improvisada con urgencia para evitar la imagen de ruptura del partido y como respuesta a las dudas que tenía Feijóo ante la falta de alternativas para el puesto más mediático del grupo parlamentario. Y porque no se atrevió a situar a Esteban González Pons, como era de esperar, como número dos del partido, ante los rumores y dudas que le transmitieron distintos dirigentes del PP sobre su pasado. Feijóo le cedió este sábado el control del partido, pero la apartó del cargo de portavoz.
Durante los siguientes 20 meses, Gamarra se convirtió en un miembro más del séquito de Feijóo que cualquier otra persona de su séquito. tropa gallego, que fue importado casi en su totalidad a Madrid. Internamente no se preocupó, porque no piensa ejercer de secretaria general para no molestar al verdadero número dos en la sombra, Miguel Tellado, vicesecretario de Organización y mano derecha de Feijóo durante años en el PP de Galicia. Esto tampoco estaba previsto, ni en mensajes ni en propuestas distintas a las emanadas de Feijóo y su gabinete gallego más directo. Esta semana, en su entorno, expresó su malestar porque el dirigente no la llamó ni le compartió los planes que tenía para su futuro inmediato. De hecho, Gamarra había hecho saber, como presionado, que el cargo que prefería, por tener más proyección y cierta autonomía, es el de portavoz en el Congreso. Concluyó que ser secretaria general del aparato de un partido que no controla, en el que el líder ejerce todas las funciones, delega poco y es más desconfiado, se presenta como un panorama más que complicado. Pero Gamarra también es muy disciplinada y la convencieron de que para un funcionario del partido, al menos en el organigrama, ocupar el puesto de secretario general es figurar como el número dos de toda la organización.
Suscríbete para seguir leyendo
Leer sin límites
_