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    Teresa Ribera se consolida como vicepresidenta de clima | Política

    Azanías Pelayo

    PorAzanías Pelayo

    Nov 20, 2023

    No es posible abordar la figura de Teresa Ribera (Madrid, 54 años) sin hablar del cambio climático. Porque su carrera política ha estado vinculada a la crisis climática mucho antes de que el calentamiento fuera considerado una emergencia global y un político –no exactamente de extrema derecha– todavía recurría a su primo para cuestionar las evidencias científicas. A medida que la crisis climática se ha agudizado y ganado peso en la agenda internacional, Ribera también ha ganado peso en la política nacional y europea hasta ocupar una de las principales vicepresidencias en España. Peut-être parce qu’elle était déjà là à l’époque où la majorité de la population ne voyait le changement climatique que comme un problème pour les ours polaires et non comme un gigantesque défi (et une opportunité) pour l’ensemble de l ‘humanidad.

    Esta licenciada en derecho comenzó su carrera gubernamental cuando Cristina Narbona era ministra de Medio Ambiente: entre 2004 y 2008, Ribera fue directora de la Oficina Española de Cambio Climático. Luego, entre 2008 y 2011, fue Secretaria de Estado de Cambio Climático. El viaje al desierto que los gobiernos del PP planearon para muchos socialistas entre 2011 y 2018 se desarrolló principalmente entre Madrid y París, donde dirigió el Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI).

    Se incorporó a este instituto en 2013 y lo abandonó en 2018 para convertirse en ministra de Transición Ecológica en el primer gabinete de Pedro Sánchez. Pero antes de incorporarse a Iddri, Ribera trabajó durante ocho meses en la empresa malagueña Isofotón, que lleva años en el centro de la polémica por un presunto caso de ayudas ilícitas de la Junta de Andalucía. Ribera nunca fue imputada y todo el caso finalmente fue archivado en 2022. La otra polémica que la afectó, pero por la que tampoco fue imputada, fue el fiasco del almacén de gas Castor, un error multimillonario. La declaración de impacto ambiental del proyecto, que data de 2009, llevaba su firma como secretario de Estado para el cambio climático.

    Ninguna de las cuestiones tuvo ningún efecto en la trayectoria ascendente de Ribera con Sánchez. Comenzó como ministra de Transición Ecológica, pasó a la vicepresidencia cuarta en 2020, manteniendo esta cartera y alcanzó la vicepresidencia tercera en 2021, que ahora vuelve a ocupar. Los ascensos a la vicepresidencia envían una señal fundamental de que, de acuerdo con lo establecido por la Comisión Europea, la lucha contra el cambio climático es una línea de actuación fundamental del Ejecutivo español. Pero el paso clave seguramente ya se había producido en junio de 2018, cuando Ribera aunó las responsabilidades ambientales y energéticas en un solo ministerio. Hasta entonces, la política energética, vital en la lucha climática, evolucionaba en España al margen de las prioridades medioambientales.

    Con Ribera como vicepresidente, España aprobó su primera ley de cambio climático, se actualizaron los planes hidrológicos de las cuencas y se rompió el tapón que bloqueaba la instalación de energías renovables. Tanto es así que el país es una de las naciones del mundo que más rápidamente está descarbonizando su sector eléctrico. Al mismo tiempo, el carbón, el combustible más sucio y el que más contribuye al calentamiento global, ha sido excluido de la combinación energética. Por supuesto, la implantación de plantas de energía eólica y solar no ha estado exenta de polémica y tensión en las zonas rurales, donde se ha generado cierta oposición a las grandes instalaciones. Esta nueva legislatura, si se concretan los proyectos marcados por Ribera, debería allanar el camino para el cierre de todas las centrales nucleares del país, que comenzará en 2027 con Almaraz, la mayor de todas.

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    Teresa Ribera el pasado mes de abril en Almonte (Huelva), al borde del Parque Nacional de Doñana.PACO PUENTES

    Las energías renovables no sólo contribuyen a la lucha contra el cambio climático, sino que también rompen la dependencia de los combustibles fósiles que España no tiene. Se volvió más urgente retirarse de la invasión rusa de Ucrania. Y las energías renovables también ayudan a reducir el coste de la energía.

    Durante su mandato, Ribera logró -contra todo pronóstico- la excepción ibérica, un mecanismo puesto en duda por sus detractores mucho antes de su entrada en vigor pero que permitió durante meses una fuerte rebaja del recibo de la luz. Defendió un límite europeo al gas, con resultados mucho más discretos. Ha plantado cara a las eléctricas, con varias medidas encaminadas a reducir sus ingresos en plena escalada eléctrica -entre ellas la propia excepción ibérica-, que le han valido feroces ataques de las empresas y de la patronal. Y logró, hace sólo unas semanas, llegar a un acuerdo entre París y Berlín para realizar una reforma, la del mercado eléctrico europeo, que sin embargo deja un regusto amargo: parece más cercana a los intereses de la energía nuclear francesa. que los de las energías renovables españolas.

    Escudera y confidente de Pedro Sánchez en muchos de los pasajes más complicados de la legislatura, especialmente cuando la explosión de los precios del gas y la electricidad amenazaba con descarrilar la economía, Teresa Ribera fue algo más que una tercera vicepresidenta. Más bien, se ha convertido en una parte esencial del Ejecutivo. Prueba de ello es su papel activo en el cierre de campaña del PSOE, cuando prácticamente todas las encuestas señalaban una mayoría de derechas; su inclusión como número dos en la lista de su partido por Madrid; y, más recientemente, el hecho de que fue la única, junto con el presidente y Yolanda Díaz, en beneficiarse de un lugar garantizado en las quinielas ministeriales. Entre sus éxitos más recientes se encuentra también la firma de un acuerdo con el presidente del Consejo, Juan Manuel Moreno Bonilla, que permitió frenar la controvertida ley que legalizaría los regadíos ilegales en la comarca de Doñana.

    Dura en las negociaciones y conocida por su maestría en todos los temas de su departamento, es muy respetada en Bruselas y en los círculos medioambientales y energéticos. Durante años se ha especulado con un salto fuera de España -en un momento estuvo incluso en liza para liderar el campo de cambio climático de la ONU- y ahora también con que podría dar el salto a Bruselas, ocupando una de las vicepresidencias de la comunidad ejecutiva después de las elecciones europeas del próximo año.

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