Este año 2024 empezó batiendo récords de temperatura invernal en gran parte de la península. El aumento de las temperaturas en todo el planeta está relacionado con regiones que actúan como reguladores del clima global. Una de estas regiones es el Ártico.
El Ártico es un punto caliente del planeta. Lejos de ser una extensión aislada de hielo y frío donde termina el mundo, una Finisterre A nivel mundial, el Ártico es un indicador crítico y un actor fundamental en el cambio climático global. El calentamiento del Ártico se está produciendo a un ritmo dos veces más rápido que el promedio mundial, y esta transformación acelerada está influyendo profundamente en las condiciones climáticas y los sistemas ecológicos y humanos en muchas regiones del mundo.
Las implicaciones para los ecosistemas árticos son dramáticas. La pérdida de hielo marino amenaza la supervivencia de especies emblemáticas como los osos polares, las focas y los narvales, que dependen del hielo marino para cazar y reproducirse. Además, descongelar el permafrostEl suelo congelado libera metano, un potente gas de efecto invernadero, que agrava aún más el cambio climático.
Las comunidades humanas locales, incluidas las de los pueblos indígenas, viven profundamente conectadas con estos ecosistemas y enfrentan desafíos sin precedentes. Los residentes del Ártico, cuyos estilos de vida se han adaptado a las condiciones del Ártico durante milenios, ahora deben sobrevivir en un paisaje que cambia rápidamente.
Pero el Ártico no es el único de los sistemas biofísicos fundamentales que regulan la resiliencia y la habitabilidad de la Tierra. Otros elementos críticos, que debemos seguir con mucha atención, son las corrientes oceánicas que traen calor a Europa, conocidas como circulación meridional de vuelco atlántica, amazónica o antártica. Las tendencias observadas en la evolución de estos sistemas críticos deberían preocuparnos. Nos acercamos a un calentamiento de tal magnitud y velocidad que empuja a estos elementos críticos a situaciones sin retorno.
Estas tendencias son claros ejemplos de transgresión de los límites planetarios, concepto que define los umbrales dentro de los cuales la humanidad puede operar con seguridad. Al exceder estos límites, ponemos en peligro la estabilidad planetaria que sustenta la vida y permite el desarrollo de nuestras sociedades.
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La acelerada disminución de la biodiversidad, tanto en las regiones árticas como en otros ecosistemas del planeta -desde las montañas de los trópicos hasta los arrecifes del hemisferio sur- está provocando la pérdida de los servicios que nos brinda la naturaleza. Esto tiene implicaciones muy diversas, particularmente en aspectos de seguridad nacional y global, como la seguridad alimentaria, la salud humana o el crecimiento económico.
En los próximos cinco años, la pérdida de diversidad biológica podría resultar en una reducción del 2,5% del producto interno bruto mundial y, en el caso de África, hasta el 9%. La presión de las potencias mundiales sobre los recursos naturales de África durante la próxima década sólo acelerará los flujos migratorios.
Los aspectos geopolíticos también son muy importantes en el Ártico, un punto caliente de la situación geoestratégica global y una de las últimas fronteras de la apropiación humana de los recursos naturales. Paradójicamente, el calentamiento abre nuevas rutas marítimas y acceso a recursos naturales que antes eran inaccesibles o muy costosos de explotar, lo que coloca a la región en el centro de la estrategia global para explotar sus recursos. Esta competencia por recursos e influencia plantea desafíos para la cooperación internacional y la gobernanza ambiental.
Este verano, dentro del programa CNIO Arte, del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), emprendimos un ambicioso proyecto: la creación de un documental, dirigido por Dora García, que fusiona arte y ciencia para sumergirnos en la complejidad de el Artico. El documental abre una ventana para reflexionar sobre cómo las zonas árticas, más allá de ser un simple indicador de las consecuencias del cambio climático, emergen como un escenario donde entran en conflicto intereses económicos, militares, estratégicos y medioambientales. La gestión sostenible de las regiones árticas y la mitigación del cambio climático global requieren una acción urgente y concertada. El destino de este Finisterre Global será también el destino del clima del planeta y la sostenibilidad de nuestras sociedades.
David Nogués Bravo es profesor del Centro de Macroecología, Evolución y Clima de la Universidad de Copenhague.
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