¿Por qué se ha vuelto más estricta la ley de seguridad ciudadana en la CV?

¿Por qué se endurece la ley de seguridad ciudadana en la Comunidad Valenciana?

Durante los últimos años, la región valenciana ha sido el epicentro de una discusión cada vez más profunda acerca de la protección de los ciudadanos y la urgencia de adaptar el marco legal a las circunstancias sociales actuales. La intensificación de la legislación de seguridad ciudadana no es un hecho aislado; más bien, es la consecuencia de una serie de elementos sociales, políticos y económicos que han modificado la visión colectiva sobre la importancia de una vigilancia y resguardo más estrictos en los entornos públicos.

Contexto actual: percepciones de inseguridad y retos socioeconómicos

Datos recientes proporcionados por el Observatorio Valenciano de Seguridad muestran un incremento notable en la sensación de inseguridad entre los ciudadanos, a pesar de que la tasa de criminalidad no ha subido de forma equivalente. Este suceso se debe, en parte, a la amplia difusión en los medios de incidentes aislados, como conflictos en áreas de vida nocturna en urbes como València, Alicante y Castelló, lo que genera una percepción de caos.

Al mismo tiempo, la recuperación post-pandemia ha traído consigo un aumento de la actividad económica y turística, factores que suman presión a los dispositivos policiales y elevan las expectativas ciudadanas de un entorno seguro. Sectores empresariales, especialmente el comercio y la hostelería, han abogado por una mayor contundencia legal para prevenir hurtos, vandalismo y ocupaciones ilegales que afectan directamente a sus intereses.

Razones políticas y sociales que impulsan un marco legal más estricto

La respuesta institucional ante la demanda social de mayor seguridad ha sido la revisión y endurecimiento de las normativas existentes. El Ejecutivo autonómico justifica las reformas alegando la necesidad de dotar a las fuerzas de seguridad de herramientas más eficaces ante las nuevas tipologías delictivas, como el ciberacoso, la intimidación grupal o los actos de violencia en manifestaciones.

Además, la polarización política a nivel nacional ha influido en la agenda valenciana. Partidos con representación en Les Corts han situado la seguridad ciudadana en el centro del debate, proponiendo medidas como el incremento de las sanciones por desorden público, la agilización de los desalojos express y la regulación más estricta de concentraciones no autorizadas.

Un caso paradigmático fue la tramitación acelerada de la última reforma de la ley autonómica de seguridad ciudadana durante 2023, en la que participaron expertos en criminología, asociaciones vecinales y representantes de colectivos vulnerables. Se introdujeron sanciones más severas para reincidentes y mecanismos de control del comportamiento antisocial en espacios públicos, así como la colaboración institucional con entidades privadas mediante sistemas de videovigilancia.

Implicaciones para los derechos y libertades públicas

El endurecimiento, si bien es aplaudido por sectores que priorizan el orden y la convivencia, genera inquietudes entre organizaciones defensoras de los derechos humanos. Amnistía Internacional y la Plataforma valenciana por las Libertades han advertido del riesgo de “normalización de prácticas que puedan derivar en abuso de poder y limitación de derechos fundamentales como el de protesta, reunión o libre circulación”.

Expertos en derecho constitucional recuerdan que un mayor poder sancionador no garantiza la reducción efectiva de la delincuencia, ya que los problemas de fondo —como la exclusión social, el desempleo juvenil o la violencia de género— requieren estrategias integrales. No obstante, las medidas de endurecimiento se perciben como respuesta política de bajo riesgo y alta rentabilidad mediática.

Análisis comparativo con otras regiones autónomas

La Comunidad Valenciana no es un caso aislado. Andalucía, Madrid y Cataluña han reformado en paralelo sus normativas autonómicas para adaptarse a realidades similares. Por ejemplo, Andalucía ha apostado por la formación especializada de la policía local, mientras Cataluña ha enfatizado la prevención comunitaria y la mediación social. En contraste, la legislación valenciana privilegia la coerción y la intervención policial rápida ante incidentes.

Cabe destacar que la coordinación con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y los ayuntamientos es un pilar de la política valenciana. Se han suscrito convenios para el intercambio de información y la planificación conjunta de operativos en fiestas populares, zonas turísticas y barrios especialmente sensibles.

Efectos sociales y perspectivas de futuro

Las primeras evaluaciones acerca del impacto de las reformas apuntan a una reducción de incidentes en puntos conflictivos, como las inmediaciones de recintos deportivos o las áreas de botellón. Sin embargo, persisten desafíos como el desplazamiento de la conflictividad hacia zonas más periféricas o el fenómeno de infracciones poco visibles, como los delitos informáticos.

El fortalecimiento de la ley de seguridad ciudadana ha sido acompañado de campañas para fomentar la convivencia y la corresponsabilidad entre la población. Estas iniciativas buscan evitar que la criminalización de conductas menores derive en estigmatización de determinados colectivos, como la juventud migrante o las personas sin hogar.

La reflexión que se abre en la Comunidad Valenciana tras el endurecimiento de la ley de seguridad ciudadana invita a un equilibrio entre la garantía efectiva de los derechos, la cohesión social y la necesidad legítima de crear entornos seguros. Solo así se podrá avanzar hacia una convivencia plural, resiliente ante los desafíos emergentes y respetuosa con las libertades que enmarcan la vida democrática.

Por Azanías Pelayo

Artículos similares